Aspectos del crecimiento económico en América Latina: nacionalismo, desarrollo desigual e industrialización

Miguel Cortavitarte*
Rebelión

La historia de América Latina ha estado marcada por un crecimiento económico desigual, tanto entre los distintos países y zonas geográficas, como a nivel poblacional en el interior de cada una de estas unidades, es decir, en el ingreso por sectores sociales. Esto se produce por múltiples factores pero existe una condición predominante: la situación de Latinoamérica respecto al desarrollo del capitalismo mundial, que ha determinado su pasado y presente de características coloniales, así como los procesos de centralización del poder en función de la creciente hegemonía política imperialista. Es decir, en el desigual desarrollo de América Latina, las características domésticas y las decisiones e instituciones internas, tan sólo refuerzan mas no determinan el desarrollo del capitalismo en cada uno de los países de la región.

Especialmente durante la primera mitad del siglo XX, el desarrollo de América Latina estuvo estrechamente ligado con la expansión del capitalismo desde la centralidad europea y la creciente importancia de Estados Unidos como nueva potencia económica. La demanda de las exportaciones primarias en función de las necesidades de expansión de la industria europea y norteamericana así como de las guerras mundiales acondicionó las estructuras económicas, sociales y políticas de América Latina. La potencialidad de cada uno de los países latinoamericanos respecto a su dimensión económica efectiva y la "lotería de los productos básicos" (Thorp, 1998) son parte del mismo proceso, que en sus periodos de expansión (inicios de siglo y posterior a la segunda guerra mundial) les dio las características institucionales y estatales, la formación y naturaleza de sus elites y la orientación del desarrollo económico, a los países de Latinoamérica.

Uno de los rasgos fundamentales que se estableció en el primer periodo de crecimiento previo a la primera guerra mundial fue la concentración de la exportación en pocos productos primarios. Para el caso de Brasil, en 1913, sus exportaciones estaban basadas en el café (62.3% de sus exportaciones) y en el caucho (15.9%). En el caso de México sus exportaciones primarias principales se concentraban en la plata (30.3%) y el cobre (10.3%).

Los casos anteriores son muestras de un desarrollo similar, pero las diferencias pueden ser importantes para establecer si en todo caso, las relaciones con la expansión del capitalismo central puede ser lo más determinante. Brasil es un ejemplo del predominio de un producto como el café que sin embargo impulsa una diversificación y el crecimiento de infraestructura, pues este producto no exige reinversiones considerables. En el caso mexicano de inicios de siglo, donde la exportación de minerales era predominante, aunque también la agrícola era importante, la revolución mexicana es un elemento que redefinirá el papel del estado en la economía, impulsando el crecimiento luego de una crisis previa.Ambos casos parecen señalar grados diversos de influencia estatal, que significa a grandes rasgos un mayor o menor peso en las decisiones internas. En el caso de la revolución mexicana, se le suele dar a esta una importancia histórica fundamental. Políticamente, desembocará en la creación en 1929 y por parte de Calles, del Partido Nacional Revolucionario, antecedente del PRI, partido hegemónico que aglutinaría una alianza policlasista que incluía a las fuerzas más dinámicas de la sociedad mexicana. Sin embargo, pese a la violencia desatada en el proceso político mexicano, al aparente nacionalismo e incluso sentimiento antinorteamericano, el auge de la industria del petróleo que siguió a 1910, más la reactivación de la minería en los años 20, condujeron a la sorprendente continuidad de las pautas de un economía exportadora, y a la inversión de capitales norteamericanos en los sectores de exportación y, en la década de 1920, en la industria.

De la misma forma, las pugnas políticas regionales en Brasil desembocarían en la creación del llamado "Estado Novo" de Getulio Vargas en 1937. También influenciado por ideas nacionalistas y por la creación de un estado centralizado y un gobierno autoritario, esta dinámica política aseguraría el proceso de diversificación interna, forjando las bases del posterior desarrollo industrial brasilero. Sin embargo, hasta 1950, el peso de las exportaciones primarias (basada principalmente en el café) seguiría inalterable.

Los procesos políticos en Latinoamérica han sido especialmente funcionales a la dependencia económica y a su inserción en el capitalismo mundial. Los caracteres de las instituciones políticas dinamizaron las políticas económicas y aseguraron el flujo exportador de materias primas, resolviendo por la fuerza, la clientela o los discursos nacionalistas, las múltiples contradicciones ente el campo y la ciudad y entre el capital y el trabajo. La industrialización en países como México y Brasil por parte del capital foráneo y las elites locales establecen diferencias con economías pequeñas (como las andinas) donde el mercado interno era restringido y por lo tanto poco estimulantes las inversiones. Es por eso que el carácter neocolonial de las economías mexicana y brasilera, no estaba reñido con un proceso de industrialización interna, principalmente durante la primera mitad del siglo XX. De esta forma, el crecimiento económico desigual por regiones en América Latina, se relaciona con la dimensión de la economía de los países y con la importancia de en el mercado mundial de las materias primas exportables.

El otro elemento de crecimiento desigual está en función a la distribución del ingreso y a los niveles de vida de la población. El alto coeficiente de desigualdad de los primeros cincuenta años del siglo XX (coeficiente Gini), en economías con mayor desarrollo e industrialización como Brasil (0.37) y México (0.59), no guarda sustancial diferencia con países de economía menor como Colombia (0.44). Esto además acompañado por cuadros de pobreza expresados en múltiples indicadores como el de la mortalidad infantil que para 1950 alcanzaba 170 muertes de niños por cada 1000 nacimientos con vida en Brasil, y 96 en México. O la esperanza de vida, que para el mismo año, fue de 45 en Brasil y 47 años en México. Sin embargo las tasas de crecimiento del producto bruto interno en el periodo de 1929 a 1945 fue de 4.4% para Brasil y de 4.2% para México.

Las diferencias en el ingreso en el marco del crecimiento económico pueden explicarse por el carácter colonial de las economías a las que se ha hecho referencia, que entraña la sobreexplotación de la mano de obra. Los desarrollos de la industria y de las exportaciones estuvieron condicionados en ambos casos a procesos de explotación intensiva del trabajo humano. En el caso mexicano, se apoyó en el trabajo de los amplios sectores poblacionales de procedencia indígena, y en el caso brasilero, por las fuertes migraciones. De esta forma también los procesos de industrialización eran necesarios por el peso demográfico de estos países.Las bases de las economías actuales en América Latina, dependen en gran medida de este primer proceso de expansión capitalista a nivel mundial (primera mitad del siglo XX). En esa etapa, las instituciones políticas y los estados centralizados fueron funcionales a la explotación de los imperialismos económicos. Sus proyectos nacionalistas reforzaron la dominación externa, atenuando los conflictos sociales y asegurando no sólo el flujo de materias primas sino la explotación de la principal ventaja comparativa de América Latina con los países desarrollados: el trabajo humano.
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